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Caritas de Roma recuerda el Pacto de las Catacumbas:
“por una Iglesia pobre y sierva de los pobres"

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Como parte de las celebraciones de los cincuenta años del Pacto de las Catacumbas, el domingo, 20 de setiembre, un grupo de personas pobres conectados a Cáritas de Roma, hicieron una visita a las Catacumbas de Santa Domitila para recordar el compromiso asumido por cuarenta y dos obispos, casi al final del Concilio Vaticano II, el 16 de noviembre de 1965.

Antes de la Santa Misa tuvo lugar una visita guiada a las Catacumbas. El director de las Catacumbas, el Verbita hermano Uwe Heisterhoff, acogió a todos con alegría y recordó que “a lo largo de los siglos lugares como las catacumbas han fortalecido la fe y dado esperanza a muchas generaciones de cristianos”. El grupo fue acompañado por religiosas y religiosos brasileños y por el director de la Cáritas Don Enrico Feroci, que presidió la Eucaristía, seguida de un almuerzo en la Casa Generalicia del Verbo Divino y una tarde de encuentro y fraternidad.

Uno de los miembros del Comité Organizativo de las Celebraciones de los 50 años del Pacto de las Catacumbas (Unión de los Superiores y de las Superioras Generales, JPIC, SEDOS y Misioneros del Verbo Divino) P. Arlindo Pereira Dias, SVD, dijo que " el gesto quiso hacer presente tres cosas: “ofrecerles la posibilidad de una visita a las Catacumbas y sentirse partícipes de la común misión de la Iglesia; dar gracias a Dios por el empeño en los últimos 50 años de tantos obispos, religiosas, religiosos y laicos en todo el mundo por 'una Iglesia pobre y sierva de los pobres' según la invitación del Concilio Vaticano II; reforzar el llamamiento de Papa Francisco de 'poner nuestras vidas, estructuras y tiempo al servicio de los pobres de hoy, especialmente aquí en Europa con los prófugos e inmigrantes'."

El napoletano Angelo Zuloro, uno de los que hacen uso de las estructuras del albergue y miembro del equipo organizador, dijo que “fue una oportunidad de aprender cosas de la historia de Roma y pasar un bello día juntos. Con respeto al contenido del Pacto Angelo dijo ser “una cosa que valdría la pena leer también en las celebraciones litúrgicas”. “Es parte del sueño que el Papa Juan XXIII hizo desencadenar con el Concilio Vaticano II de una iglesia sierva y despojada, más cercana a los pobres… objetivo que se ha perdido a lo largo de los últimos 50 años y merece ser retomado… después de 50 años vuelve el Papa Francisco que habla la misma idioma, usa los mismos gestos y empuja la iglesia a que salga al encuentro de aquellos que más sufren…”, ha concluido.

La hermana Loiri Lazarotto, Superiora General de las hermanas Lurdinas juntamente con sus hermanas y la hna. Marinei Paçanha Alves ofrecieron y ayudaron a preparar el almuerzo. Voluntaria del Ostello D. Luigi di Liegro, hna. Marinei subrayó que “dentro de las diversas celebraciones del 50º aniversario, hacer un rescate histórico con un grupo representativo de los más pobres que hay en Roma fue uno de los aspectos más destacados de las celebraciones de este año, una vez que el Pacto se hizo justamente por una Iglesia pobre y para los pobres”. Preguntada sobre los motivos que una Consejera General, no obstante sus muchos trabajos, dedica tiempo al voluntariado, Marinei respondió que “este tipo de voluntariado es un gran bien para mi servicio en el Consejo General, ya que ayuda a mantener los pies en la tierra, alimenta mi espiritualidad misionera y a no perder de vista los intereses de los pobres y excluidos; después de todo, ¡nuestra misión preferentemente debe dirigirse a ellos!”

Una de las sorpresas de la jornada fue la presencia de la Hermana Cristina Bove Roletti, de la “Pastoral de Rua” de Belo Horizonte (Brasil) y Coordinadora Nacional de la “Pastoral do Povo de Rua”. Ella vino a Roma para el Simposio Internacional sobre la calle Pastoral de la Calle promovido por el Pontificio Consejo para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes, del 13-17 de septiembre de 2015. "Además del encuentro fraterno y solidario con las personas sin hogar de Roma, venir a las Catacumbas fue una oportunidad para rehacer mi compromiso personal de continuar la lucha por un mundo mejor". Cristina afirmó que se encuentra cada vez más que se trata de un "fenómeno global" y que este "es el resultado de un sistema económico injusto que se impone en todos los lados."

“El pobre es nuestra carne”, afirma d. Enrico Feroci

Entrevista con Don Enrico Feroci, director de la Cáritas de Roma

¿Qué significación tiene el ir a las Catacumbas de Domitila para celebrar esta "Iglesia pobre y para los pobres"?

Don Enrico: Cincuenta años atrás ha sido suscrito el documento llamado Pacto de las Catacumbas, donde se subrayaba la importancia y la centralidad del tema de los pobres en nuestra reflexión y en la Iglesia. Pensando en esta realidad, me viene a la mente el gesto que hizo San Francisco al encontrar al leproso, lo abrazó y lo besó. No fue un hecho exterior, ni siquiera para mortificarse o porque le tenía miedo. Lo hizo porque sentía la importancia del excluido. Es como si fuese parte de sí mismo. Por lo tanto, el leproso, el excluido, no es apenas un hecho en sí mismo, razón por la cual debo prestar atención a él. Él es carne de mi carne, es mi realidad. El Pacto de las Catacumbas nos ayuda a comprender que los pobres no son simplemente una realidad sociológica hacia la cual nosotros debemos extender la mano, sino forman parte de nuestro cuerpo; faltando ellos, nuestro cuerpo queda enfermo. Por lo tanto, el Pacto de las Catacumbas nos lleva a la reflexión sobre lo que nosotros somos y sobre lo que es la presencia de Dios en nosotros, en la Iglesia y en el mundo. Traer a los pobres en nuestro corazón, dedicarnos a ellos es como si nos dedicáramos a Cristo, que se hace presente en ellos y también en nosotros mismos. Sin ellos nos volvemos nosotros mismos carentes y pobres.

Mirando al Año de la Misericordia, ¿qué cosas concretas pueden hacer los religiosos o las comunidades cristianas en este sentido?

Don Enrico: Cuando Papa Francisco anunció el Jubileo de la Misericordia, me trajo a la mente el recuerdo de algunas palabras que son propias de nuestra historia, de nuestra tradición bíblica y litúrgica. Me refiero a la figura muy linda de Goel, es decir aquel que se substituye a la persona de su propia familia que incurrió en una deuda enorme. Me vino a la mente no solo la figura de Jesús, que se ha dado a sí mismo para que nosotros fuéramos salvos, sino la bellísima realidad expresa por San Pablo cuando dice que "mi vivir es Cristo". La cuestión fundamental es si yo, sin embargo, estoy dispuesto incluso a donarme a mí mismo, a sacrificarme por mis hermanos que veo alejados de él. Recuerdo también el surgimiento de los institutos religiosos, como aquellos que se comprometían a substituir con su propia persona los presos que eran hechos esclavos. Yo creo, pues, que cada uno de nosotros frente a esta realidad debe comprometerse. Teniendo a la mano el periódico que nos muestra esta realidad, viendo las situaciones de dificultad, no podemos quedarnos indiferentes, como si fuese algo que no nos atañe. Pienso que debe nacer dentro de nosotros una pasión, un padecimiento a causa de esta realidad, ya que nuestros hermanos están sufriendo. Este sufrimiento nos pertenece, nos pertenece su dolor. Por eso nuestra tarea es la de comprender, darnos cuenta, conocer y no dejar las cosas como están. Y empeñarnos para que no ocurran más hechos tan dramáticos. Y además de eso extender la mano para que estos hermanos y hermanas nuestros tengan al menos lo suficiente para poder vivir dignamente.